lunes, 12 de septiembre de 2016

A REBUFO DE MI MISMO

Resultado de imagen de circulos concentricosDicen que cada 7 años el hombre da un cambio significativo. Un cambio a nivel corporal, emocional y mental. Un revolución del ser que es evidente a los 7 años (cuando somos niños) y a los 14 (cuando somos pavos adolescentes). Pero que a partir de aquí no se hace tan notable. Quien recuerda la revolución de los 21? Imagino que muchos. Quién recuerda la de los 28? Ya somos menos... Recuerdan la de los 35? La de los 42? ...

Rudolf Steiner hace más de cien años hablaba de estas etapa, y las organizaba en bloques de 7 años. En mi vida, la matemática de los 7 años, no cuadra. Pero no creo que eso me haga ser más extraño como humano. Los ciclos cada uno los vive a su ritmo; en esto estoy seguro. Pero lo realmente importante es que los ciclos no acaban con la adolescencia. Aún hay más!
Claro que la adolescencia es el momento más extraño, duro, emocionante y loco de todos. Y los que sobreviven a ella parece que ya son, que ya terminaron su transmutación, que son personas por fin. Que, gracias a Dios, todo ha terminado.
Y un cuerno! Los ciclos siguen, siguen y siguen. Y lo peor es cuando no te das ni cuenta. Cuando ya crees que eres una cosa, y que lo que has construido en tu vida te sirve, pero te das cuenta de que has vuelto a cambiar y no eres igual. Que, por mucho que te gustaría, que insistas, la vida que llevas no te sirve. Esa sensación de ir a rebufo de uno mismo. Que mi ser va creciendo y cambiando y a veces la imagen que tengo de mi  mismidad no ha cambiado en más de 7 años! ... y estoy anticuado de mi mismo.

Como los 3 cerditos que van construyendo sus hogares en cada etapa de una manera y lo que le servía al pequeño no le sirve al mediano. Y lo del mediano no le sirve al grande. Así me descubro ahora, viendo imágenes nuevas en el espejo, viéndome diferente. Como una pequeña Ricitos de oro que se adentra en bosques nuevos y descubre hogares nuevos y se atreve a entrar, probando las sillas, probando las nuevas formas de estar en el mundo, probando a estar en un sitio y otro... y otro. La inconformable Ricitos se empeña en buscar nuevos asientos en la vida, nuevos tronos. Pero la persigue la inocencia infantil y tiende a sentarse otra vez en el sitio de la silla pequeña. Date cuenta!! Ya no te sirve!, Puedes intentar encajar tu gran culo en esa mini silla, pero solo conseguirás destrozarla. Has vuelto a crecer Ricitos. Han pasado 7 años. No es hora de dormir, es hora de buscar un nuevo hogar.

Podemos notarlo en que las cosas que nos entretenían, ya no nos gustan. Las actividades que organizábamos ya no nos apasionan. Aquello que creíamos que nunca nos cansaría, nos lleva al tedio.
Ojalá no perdamos de vista los cambios. Ojalá estemos atentos a nosotros mismos y lo que realmente necesitamos en cada una de las etapas de nuestras vidas. Atrevernos a salir de la zona de confort, del mundo conocido y nos adentremos en el bosque con la maleta liviana, preparados para la nueva etapa, para el nuevo ciclo.

Hay que ver... ¡Con el gusto que le tenía cojido a esta forma de ser y ya estamos cambiando otra vez!





miércoles, 13 de julio de 2016




!

Una vez más...

Del valor de la repetición

Otra vez! Otra vez!. Más, más!
Esto es lo que suelo escuchar cuando un cuento es bien acogido, cuando una historia tiene algo más que decir al niño que la escucha.
!Otra vez el mismo! ¡pero es que no se cansa!
Esto es lo que suelo escuchar en los padres que, con más o menos paciencia, atienden las peticiones de sus hijos o alumnos que eligen las mismas historias.
Como el pedaleo sobre una bici, como el entrenamiento de un deporte, como aprender a leer o escribir necesita de la repetición, así los cuentos necesitan de ser contados varias veces, incluso cientos de veces!

Un cuento es como un vino en barrica; va madurando, adquiriendo matices, cogiendo cuerpo, transformandose lentamente y con el paso del tiempo.

Un niño escucha el mismo cuento tantas veces como necesita, mientras continue saboreando la historia, mientras siga sacándole el jugo a las situaciones y a las acciones de los personajes, hasta que llega un momento en el que se siente saciado, tras innumerables veces.  y diré más, se sacia de un cuento durante un tiempo, el tiempo que dura la etapa evolutiva en la que se encuentra. Y superada la etapa puede volver a necesitar de esa historia, de volver a escuchar ese mismo cuento, pero con ojos renovados, con nuevas estructuras de pensamiento adquiridas, con nuevas habilidades sociales y nuevas posibilidades.
El cuento de caperucita roja, por ejemplo, nos llena en etapas tempranas de nuestro desarrollo, avisandonos de peligros si nos despistamos en el bosque. Nos llena en épocas cercanas a los 7 años, cuando nuestro intelecto formulas los primeros razonamientos abstractos, planteandonos situaciones de atajos y engaños. Y nos llena en la adolescencia, planteandonos escenas de cama y seducción, de falsas promesas y indefensiones en el bosque.


Solo resta decir:
- No dejes de contar un cuento, mientras te lo pidan.

- Y tranquilo... con el tiempo te pedirá otro diferente.

viernes, 1 de julio de 2016



JUSTICIA RETRIBUTIVA ANTES DE DORMIR

Yo puedo con el lobo
Cuando hablo con madres y padres decididos a educar lo mejor posible a sus hijos y preparándose, informándose, cuestionándose, leyendo e indagando sobre esta noble tarea de educar, suele aparecer de forma recurrente la siguiente cuestión:


“¿Qué hacemos con el lobo, lo matamos o lo dejamos libre?”


Esta pregunta posiblemente en otras épocas sería inimaginable. Hoy se da este conflicto por un aparente enfrentamiento de intereses:
- Por un lado está el educar a los niños en valores de respeto ecológico, donde todas las especies tienen su valor e importancia; incluido el lobo, animal perseguido y maltratado desde hace siglos y que además empieza a ser difícil de ver en los bosques por lo mermado que está su habitat. Animal carnivoro que lo único que quiere es comer para sobrevivir.
- Por otro lado está el educar a los niños en valores de justicia universal, donde todos los malos reciben su castigo. Los malos al final pagan sus crímenes.


Estas dos ideas se mezclan y enturbian dando lugar a más preguntas como:
- Si el lobo se comió a los cabritillos, pero luego su madre los rescató. ¿ha cometido el delito? ¿se le puede perdonar? ¿Es bueno enseñarles a perdonar? ¿Podemos llegar a entender los motivos del lobo, que al fin y al cabo es animal e instintivo? ¿Podemos castigarlo un poco, pero no matar al lobo? ¿No podría ser otro animal, de vez en cuando, para aliviar el estigma del pobre animal?.... etcétera.


Como es frecuente, esta situación es fruto de un espejismo intelectual y por intentar explicar el mundo simbólico con lenguaje lógico. En primer lugar, el lobo no es el lobo. El lobo es un símbolo, no sólo un animal. Cuando un niño escucha “cuentos del lobo” no está preparando se para protegerse del animal lobo( que también), sino que se está preparando para afrontar un problema, una situación de peligro indeterminada representada por el lobo feroz. Cuando un problema nos supera nos sentimos devorados, anulados, en un lugar oscuro y cerrado como boca de lobo. Cuando los problemas se presentan a la puerta de casa, de nuestro santuario de seguridad, cuando el lobo llama a la puerta, no solemos estar preparados y muchas veces se puede hasta derribar nuestra casa.


Por esto, cuando matamos al lobo, no matamos a un animal en peligro de extinción, matamos un problemas, acabamos con un peligro, derrotamos un mal feroz.


Y cuando estamos en la cama, a poco tiempo de irnos a dormir, lo que más necesitamos es seguridad y serenidad para entregarnos al descanso reparador e integrador de experiencias. Es dificil lograrlo cuando anda un lobo suelto en nuestra mente.


En cambio, es fácil imaginar la fuerza que da a un niño sentir que un cerdito puede derrotar a un lobo tan feroz que puede llegar a destruir su casa, que tiene hermanos cerditos que le ayudan en esto y que el lobo sale achicharrado para no volver nunca más.


Hay un principio a tener en cuenta; el principio de la justicia retributiva, por el que según la cantidad y gravedad del daño que se ha provocado así será el castigo que merece. Por este principio al lobo se le debe salir castigado en el cuento según sus fechorias:
- Cuando el lobo devora a un niño o cabritillo, cuando un gigante o bruja mata o convierte en piedra, debe ser castigado con la muerte. No hay medias tintas en el mundo simbólico. Un mal de este calibre no puede ser liberado, no puede ser tolerado. Debe acabarse definitivamente, terminarse para siempre; y acabar con un mal es matar a ese mal.
- Cuando el lobo o monstruo destruye la casa o el palacio, debe de ser castigado con algo similar símbólicamente. La casa o palacio viene a simbolizar la seguridad, la confortabilidad, nuestro propio ser como nuestra segunda piel. Los castigos en este caso suelen darse directamente a la piel del malechor: o quemado en la chimenea, o arrancarle la piel a tiras, o quemado en aceite hirviente.
- A veces el la propia astucia la que consigue que el mismo mal que estaba haciendo se le vuelva en su contra, como en “La niña del zurrón”
- Otras


Cuando contamos cuentos debemos recordar que debemos preparar al niño con una buena dosis de optimismo para enfrentarse a los problemas que les pondrá la vida con la esperanza de que todo tiene solución y que todo mal tiene su castigo, especialmente antes de irse a dormir. Que bien se duerme uno cuando lo último que piensa es:

YO PUEDO CON EL LOBO

martes, 21 de junio de 2016

LA PELOTERA INTRAGABLE


Me amontono. 
Termino por pensar que todo va mal. 
Esto, de verdad, que se me ha complicado. 
Que ya no es solo una cosa, es que es todo. De verdad que ya no puedo...

¿Os suenan estas frases?
¿Alguna vez las habéis pronunciado? ¡Y quien no!
La tensión de una frustración no es nada comparada con la de muchas frustraciones. Y es que cuando se trata de fracasos la ley que parece regirlos es más parecida a la progresión matemática que a la suma.
No es solo un mal momento, un mal resultado, que se suma a otro, y luego a otro.
Es que cada mal trago tiene la virtud de ampliar la angustia del primero. Y el tercero suma más tensión en los anteriores. Y el cuarto consigue que todos los anteriores aumenten hasta ... qué sé yo.

Una buena amiga decía que la vida se le hacía a veces bola. Como cuando de chicos no podíamos tragar la comida y se iba acumulando en la boca. Y la pelotera es cada vez más grande... intragable

Cuando en los cuentos maravillosos nos encontramos con una escena de este estilo, del estilo "pelotera intragable" suele aparece como una tarea imposible, como un trabajo hercúleo.
Y lo más curioso es que no conozco un cuento que el protagonista consiga realizar estos trabajos él solo. Siempre recibe ayuda. Una anciana, una princesa maga, un artilugio fantástico es quien le podrá sacar del atolladero.

¿Y que hace el protagonista mientras le ayudan?
Pues normalmente descansa, mira y se deja hacer.
¡Qué fácil!
¿Sólo eso?

La vida no es complicada. Cuando la vida nos "regala" una pelotera intragable, párate. Respira. Escúpela fuera. Háblalo. Cuéntalo. Tal vez así puedas verlo desde otro lado. Ver las distintas bolas que la forman. ¿Cuáles son las que se hacen desde las decisiones de los demás? ¿Cuál la genera tu exigencia? ¿Cuál se forma por el paso del tiempo y las prisas? ¿Cual es real y cual no?...
(tengo una amiga que en estos momentos le encanta hacer listas! :)

Y tal vez así podamos deshacer unos cuantos nudos y la pelotera llegue a ser un simple lío, de esos que cogiéndolos por una punta se deslían, y así pasar, en poco tiempo, al baúl de los recuerdos.



PD: Hay un cuento ilustrado que nos muestra gráficamente estos líos en el caso de los cabreos en los que nos enredamos con los demás. Se llama, "Un poco de mal humor", de Isabelle Carrier editado por Juventud.

domingo, 19 de junio de 2016













¡QUÉ LE CORTEN LA CABEZA!

A todos los niños que conozco les gusta cortar cabezas.

Vale, vale, ya se que se están asustando de lo que digo. Que nada más empezar ya he dicho un disparate. Pero concedan unos segundos...
¿De verdad no han visto a un niño jugando con los muñecos decir: "ríndete o te corto la cabeza..." o "Y como no quería hacerlo le cortaron la cabeza..." ?

Para un niño es bastante habitual imaginar cortarle la cabeza a alguien. Y evidentemente no lo hacen desde su pensamiento racional, lógico y real. Lo recrean en su pensamiento mágico simbólico.

¿Qué significa, entonces, cortarle la cabeza a alguien?

Cuando la Reina Roja en Alicia en el país de las maravillas encontraba a alguien que le hacía la contra, o se atrevía a desobedecerle, le mandaba cortar la cabeza.
Cuando Barba Azul le cortaba la cabeza a las mujeres lo hacía cuando desobedecían sus ordenes.
Cuando las Ménades le cortan la cabeza a Orfeo porque se niega a tocar lo que le piden.
Cuando Hércules le corta cabezas a la Hidra. Cuando queremos decapitar un mal...

Parece esclarecerse que todo esto tiene que ver con un conflicto de intereses y que, el que gana, le corta la cabeza al otro. La cosa parece que es tener razón. La razón reside en la cabeza y si te corto la cabeza yo tendré razón. Descabezamos a los que nos niegan lo que necesitamos.

Y es más. Hay veces que nuestros propios padres nos niegan, nos anulan. No nos dejan ser nosotros mismos. A través de sus expectativas, de los deseos de vivir a través de nosotros, de su inconsciente impulso de moldearnos a su semejanza o ideal, nos bloquean, nos hacen invisibles, nos quitan las posibilidades, no nos dejar SER.

Y que liberador es imaginar por un momento cortar la cabeza a esos padres castradores.

No apoyo llevar a la realidad lo simbólico, como los antiguos Jíbaros de la selva peruana les cortaban las cabezas a sus enemigos para reducirlas después.
Si digo que en el mundo de fantasía, de la magia, cortar la cabeza a nuestros enemigos es liberador.

Hay una parte de nosotros, racional, que teme que nuestros instintos, nuestro cuerpo simbólíco, tome las riendas y termine haciendo realidad sus fantasías.

Pues yo digo que menos mal que tenemos las historias de fantasia donde podemos cortar cabezas. ¡Y qué sano que es! Así no tendremos que ir cortando cabezas por ahí.


domingo, 12 de junio de 2016



LA RESIMBOLIZACIÓN RECURRENTE

Recuerdan esos momentos en los que, compartiendo con un grupo de amigos una buena sesión de verano, contando chistes a la fresca, ocurre que un chiste (a saber porqué) hace gracia. Y una vez que ha hecho gracia un chiste vuelve una y otra vez a la conversación. De diferentes formas, con pequeñas variaciones. Y cada vez hace más gracia. ¡Qué cosas!


Para mí este fenómeno narrativo tiene mucho que ver con la IS (Inteligencia Simbólica). Un fenómeno por el que un símbolo se nutre de nuevos significados que surgen en la propia conversación de manera recurrente, a la fresca. De forma que cuando uno del grupo vuelve a contar una parte del chiste, o nombra al personaje del chiste, todo el grupo relaciona esta palabra con toda la vivencia y la risa que nos pegamos. Una parte genera el todo.

Por ejemplo, si contamos un chiste de Jaimito, puede ser que nos recuerde a algo que le pasó a una zagala del grupo y durante toda la noche pase a llamarse "Jaimita". Y hay que ver las risas que nos gastamos a su cuenta.


En terapia muchas veces he visto como ha pasado este fenómeno. Cómo hemos estado hablando el paciente y yo sobre un tema importante de su vida, incluso durante varias sesiones y entonces aparece un cuento. Le cuento un cuento que viene a cuento (perdonad la perogrullada). Y ocurre que desde entonces podemos nombrar toda la escena importante de su vida con un personaje o símbolo del cuento. Le hemos dado un nuevo significado al símbolo del cuento y además ahora podemos valernos del símbolo de cuento para nombrar algo tan significativo de nuestra vida.

Y ahora viene lo que me parece más importante: además de poder nombrar de una forma concreta y directa a toda una vivencia podemos además asociarla a la solución que propone el cuento. Si el cuento que hemos contado además tiene una resolución eucatastrófica, una buena solución, un final felíz, el paciente conscientemente (y también inconcientemente) va a relacionar este final a su propia vida. Con esta resimbolización de parte del cuento estamos añadiendo también la forma de resolver el conflicto que propone el cuento.

Me parece ocurrente llamar a éste fenómono Resimbolización Recurrente. Otra de las formas que el cuento tiene de ayudarnos en la terapia. Otra forma de sanar con los cuentos. Y de pasarlo genial con los amigos, a la fresca.

sábado, 11 de junio de 2016

LO IMPOSIBLE NOS PREPARA PARA LO POSIBLE

Cuando hace unos días contaba a un grupo de niños de segundo de primaria el cuento de “El medio pollito”, en el momento en el que la vecina decido no comerse su medio pollito y lo deja libre el el corral, muchos de ellos abrieron los ojos tanto que parecía que la imagen del medio pollito, aunque en principio no es muy grande, no les cambia en a través de las retinas.

Y posiblemente era la primera vez para muchos que imaginaron un medio pollito moviéndose, escarbando en la tierra del corral y VIVO! Podríamos a simple vista pensar que es un absurdo esto de un medio pollito, incluso muchos de estos niños prerracionales que ya hacen sus pinitos en el mundo lógico y deductivo mantuvieron en sus mentes este pensamiento:


“eso es imposible”


Lo que aseguro es que, unos instantes después, la intuición de estos niños hizo un llamamiento a la inteligencia simbólica y dejaron a un lado la inteligencia lógica y matemática y en apenas unos instantes comprendieron lo que significaba un medio pollito y pudieron seguir la historia, identificarse con el protagonista, ser también ellos solamente una mitad y aún así llegar a recuperar su tesoro.


Son cientos las escenas, los hechos narrados en los cuentos que nos hablan de imposibles: muertos que reviven, cabezas cortadas que se unen otra vez al cuerpo, apariciones, desapariciones transmutaciones y un sin fin de magias.  Y seguro que también son cientos que desde una mirada superficial han llegado a pensar que:
“estos cuentos les llenan la cabeza de tonterías imposible y luego se llevan un chasco en la vida real”
Y dicen, así, todo lo contrario de la función final de estos “imposibles”. La intuición del hombre, desde hace miles de años, se ha encargado de sembrar las historias que son dignas de contar con ricas escenas llenas de imposibles, por varias razones:
- Lo más probable es que nos encontremos con situaciones no previstas y cambios inesperados que requieren de nuevos planteamientos e ideas.
- Nunca hay que dejar de imaginar y de soñar. La realidad de la sociedad la construimos en los pilares de nuestros sueños y con nuestro esfuerzo llegamos a hacer real lo que al principio únicamente eran imaginaciones.
- Nuestra mente tiende a crear patrones de conducta, a repetir esquemas rígidos de acciones que en principio nos sirvieron para lograr lo que necesitábamos y que luego esos patrones o esquemas se instauran como parte de nuestra psique; tanto que llegamos a pensar que “somos así” y terminamos por identificarnos por completo con estos patrones. Y al final decidimos que “es que yo soy así, y no puedo cambiar.” Esto es lo que conocemos como resistencia al cambio. En psicología se suele decir que cualquier cambio suele ser mejor que ninguno, cuando se tratan neurosis. Y los cuentos nos llenan con imágenes de imposibles, de cambios inesperados, de situaciones en las que todo parecía ya determinado y en un momento todo cambia de nuevo. En definitiva, los imposibles de los cuentos vienen a ser antídotos de los patrones de conducta neuróticos de nuestra psique.


- La vida, en sí, es puro cambio. Hablar de lo vivo, es hablar de lo que cambia. Cuando se trata de ayudar a un hombre a prevenirse y adaptarse a los cambios de la vida es evidente que no podemos decidir hacerlo con ideas fijas, con proyecto o leyes inviolables, con argumentos que no se pueden rebatir, con situaciones que no cambian nunca. Para prepararnos para los cambios que nadie sabe por donde surgirán la mejor manera de hacerlo es a través de imposibles, de cambios inesperados, de situaciones inverosímiles, de hechos que están más allá de la comprensión lógica y deducible.
- Y por supuesto, con todo y con eso, se debe de ser coherente. No encontraremos en los cuentos maravillosos imposibles incoherentes. Simbólicamente, estas escenas mágicas tiene coherencia con los mesajes que se transmiten en el cuento.



Ante la vida, preparate con mágia.

viernes, 10 de junio de 2016



Los cuentos son cosas de niños
Contarlo todo, con moderación
Cuando nació mi primera hija renacieron con ella los cuentos de mi infancia y el placer de contarlos. Los cuentos que me contaron mi madre y mi abuela no es que estuvieran olvidados, ni siquiera estaban demasiado lejos. Únicamente se instaló en mi un prejucio, que por lo que constato es más frecuente de lo que desearía en casi todos los estratos sociales de la adultez, que asegura:

“los cuentos son cosas de niños”.
Queriendo hacer ver que los cuentos son nimios, prescindibles, tontos, inmaduros…
Este hechizo lo tuvo que lanzar un maligno gigante, o a lo peor una malvada bruja, que no quisiera que se supiese del poder de los cuentos y de su mensaje. Y su poder tuvo que se grande, pues aun hoy día muchos niños, cuando quieren crecer, piensan que deben dejar atrás los cuentos, tal y como dejaron los pañales o las papillas.  Y también debió de ser un poder antiguo, pues parece que muchas épocas han sufrido este embrujo, tanto que se han convertido en raros los compiladores de cuentos y los eruditos  dedicados a los cuentos.
Lo que también creo es que no tuvo que ser un poder efectivo, pues, después de miles de años, se siguen contando cuentos. Gracias a las abuelas, a las noches de lumbre y descanso, a las madres y padres que intuyen la importancia de estas historias y saben de alguna forma que sus hijos se crian mejor y de forma más completa cuando se les cuentan cuentos.
Para desmontar este argumento: “los cuentos son cosas de niños”, podíamos empezar por decir que muchos cuentos están creados para que desde niños podamos oirlos y entenderlos. Si esto parece casi dar la razón a lo que pretendo desmontar, no lo es tanto cuando pensamos lo siguiente:
- Todos somos niños, pues las etapas de la vida no se anulan las unas a las otras, si no que se van sumando, de forma que somos bebés, y niños, y jóvenes, y adultos y algunos hasta llegan a ser ancianos.
- Hay tantos lenguajes diferentes para contar un cuentos, como diferentes estados evolutivos.  Y me atrevería más diciendo que incluso hay cuentos para todas las inteligencias del hombre, las estudiadas por H. Gadner y las que se están estudiando actualmente.
- Aseguran muchos psicólogos eruditos que la mayoría de las estructuras de nuestro carácter se configuran en la niñez, y que la madurez la vamos conquistando conforme rompemos o adaptamos este carácter a las vivencias de la vida. Estoy convencido que los cuentos que más se cuentas, y por tanto los que sobreviven al tiempo, son aquellos que quieren hablarle a ese niño que se está formando en carácter, a ese niño que los adultos aún llevan en su psique y que, más o menos consciente, toma muchas de las decisiones de nuestra vida. Y el fin últimos de los cuentos es prepararnos para esas decisiones.
- Si pensamos en las situaciones que han asegurado la supervivencia de los cuentos, como son las abuelas trasmitiéndolos junto al hogar, o los padres educando a sus hijos, vemos que han sido naturalmente los niños a los que más cuentos se les han contado desde siempre y por eso, tal vez, se suman los cuentos a las etapas de la vida donde no somos autónomos. Y como es impulso general el desear la autonomía, se crea la falsa idea de que hay que superar a los cuentos.

Muchos adolescente y adultos ( no pasa tanto con los ancianos) se sienten atacados o puestos en duda de su valor como persona cuando les invitas a escuchar un cuento, si bien diré que una vez que se supera este miedo irracional todos agradecen en los más profundo de su niño interior el que se les dé la oportunidad de volver a escuchar cuentos, el volverse a incluir en el grupo de personas que no lo “saben todo” y necesitan de otras experiencias de vida para imaginar la suya. Nos sentimos seguros cuando nos cuentas cuentos.

Por esto estoy seguro de que los cuentos son cosa de niños... y de jóvenes, y de adultos, de ancianos y de todos los que en esta vida nos podemos sentir perdidos y necesitamos de guía.

jueves, 9 de junio de 2016



WARCRAFT: CUENTO, JUEGO Y PROTAGONISTAS


Ayer estuve con los zagales en el cine. Si, viendo la primera película de un vídeo juego Blizzard.
Hace ya 20 años desde que la compañía sacó la primera aventura Warcraft. Y desde entonces poco más que ha creado todo un universo de batallas épicas fantásticas. Y, si, es otro universo nacido de los entrañas de la imaginación de J.R. Tolkien y el universo de "El señor de los anillos".

La batalla de orcos y humanos ha podemos ver en juegos, manga, libros y en cinemáticas impresionantes. Tengo que decir que Blizzard me enamoró por las cinemáticas que añadía a sus videojuegos. Para mí fue la primera compañía que sumaba a la adrenalina del propio juego unas historia fantásticas y muy cuidadas contadas en videos insertados entre las etapas del juego. Era jugar y que te contaran  un cuento. Un largo e increible cuento. Con intriga, personajes principales que luego tú mismo podrías controlar en el juego.

Por esto tenía ganas de ver esta película. Y, sí. Es una buena película. pero...
Hay un "pero". Tal vez el "pero" nazca de mi exigente pasión por los cuentos y las grandes historias. O tal vez el "pero" es por un problema con el guión. Esta pega que le pongo a esta película es:
¿Quién es el protagonista? ¿Cuál es el drama principal? Y por tanto, ¿con quién me identifico?

Al salir del cine los zagales decían, como siempre: "¡yo soy este! ¡pues yo soy este otro!"
Pero al poco empezaron a decir que no podían ser ser solo uno.

Son al menos 4 protagonistas principales. 4 historias que se contaron en la película de forma coral y bien entrelazada. Una por cada uno de las facciones; así tenemos a un protagonista Orco, otro Humano, otra Mestiza y por último a un Mago. Todos protagonistas. Todos héroes con su correspondiente antihéroe. Todos con el mismo fin: salvar al mundo.

Cada protagonista se va encontrando con los problemas poco a poco y también poco a poco va tomando decisiones que le llevarán a convertirse en héroe.

Al terminar de ver la película sabemos lo que mueve las decisiones de cada uno de los protagonistas. Así que la historia es un gran preludio. Una gran introducción al universo Warcraft.
Una fantástica cinemática para empezar un largo y maravilloso cuento.


miércoles, 8 de junio de 2016




CUANTOS MAS CUENTOS HAY, MENOS CUENTOS QUEDAN


Cuando voy a una librería me fascino. Veo estantes y estante de libros, novedades junto a viejos clásicos, tantas y tantas publicaciones que a pesar de los reponedores acaban amontonados, apretujados en sus mínimas parcelas, unos libros encima de otros,.. Tengo que confesar que alguna vez saqué un libro de su estante a presión y con mucho esfuerzo y no pude volver a colocarlo en su sitio. Lo dejé encima de los demás. Lo sé, lo sé; ayude a aumentar este lío de libros. Pero debo decir a mi favor que las páginas de los demás libros compañeros pudieron respirar mejor durante un tiempo. 

Y es que no para de publicarse. Estamos viviendo una etapa de oro en cuanto a la publicación de libros. Cada vez es más fácil producir un libro, imprimirlo y difundirlo. Tanto de la manera tradicional usando el papel como a las nuevas formas usando las tecnologías digitales. 

Además en estos años es facilísimo desde cualquier dispositivo conectado a Internet con un par de clics tener en pantalla un cuento. Y los tendremos gratuitos, de pago, en vídeo, interactivos y posiblemente en 3D. 

Lo paradójico es que, como diríamos entre los cuentoterapeutas murcianos, "contó y con eso" cada vez es más fácil que ciertos cuentos se pierdan. Si, estoy hablando de los cuentos tradicionales, de los cuentos de tradición oral, de los cuentos maravillosos. 

¿Porqué no se publican muchos ciertos tipos de cuentos? No será por el copyrigth, pues estos cuentos son desde siempre patrimonio universal. 

¿Será por que no gustan a los niños? En esto estoy seguro de que NO. A los niños les fascinan los cuentos maravillosos, si cabe, más que a mí.

¿Será por que no son rentables? En esto no puedo decir mucho, pues no conozco los intrincados entresijos de la productividad editorial. Pero me atrevo a pensar y a decir que las direcciones ejecutivas de los libreros se dejan llevar por previsiones de mercado donde influye mucho la moda. Y es cierto que los cuentos tradicionales no están de moda. Ahora está de moda nombrarlos, hacer historias basadas en los clásicos, usar los personajes de antaño como la caperucita y hacerla vivir nuevas aventuras, montarla en un parapente grabándose con una gopro enganchada a un drone, por ejemplo. Pero contar las historias de antes... esos está muy viejo. 

Y hay otra explicación plausible. EL CONTENIDO. Que algunos cuentos de siempre no se publiquen por lo que se cuenta en ellos. Tal vez por una mentalidad adulta sobreprotectora que intenta salvaguardar a los niños de las cruentas escenas de los cuentos. O tal vez sera una protección ideológica, para salvarlos de posibles religiones, monarquías, machismos o fantasías estrambóticas. Y en este sentido la mente adulta racional del adulto simple no llega a entender que los cuentos están escritos en un lenguaje simbólico. Desde la mente adulta racional se puede llegar a estas conclusiones censuradoras, si. Como decía Goya:, el sueño de la razón produce monstruos. Para mí estas conclusiones son aberrantes. 

Y así poco a poco cientos de cuentos maravillosos van olvidándose. Apenas se cuentan y apenas se publican. Quedan estos cuentos a la espera, en los libros de los grandes compiladores, menos mal , a un momento mejor o a un cuentacuentos atevido que los desempolve. 

martes, 7 de junio de 2016

LOS CUENTOS DEL HIPOCAMPO



Dicen los estudiosos que el hipocampo es el escribano del cerebro.
Una estructura cerebral profunda con forma de caballito de mar (al menos en los primates) que está muy relacionada con la memoria. Yo con estos datos me viene rápido a la imaginación un bibliotecario “seahorse” ordenando las vastas estanterías de nuestra memoria, con sus gafitas y todo.


Y me llama la atención poderosamente uno de los últimos estudios científicos que presentaban hace unos días en la radio en el que llegaban a la conclusión de que el hipocampo era el responsable de guardar los recuerdos del SER. Todo aquello que vivenciamos y terminamos decidiendo de alguna manera que tiene que ver con nuestra propia identidad acaba siendo guardado en el hipocampo.  


Así que podemos decir que nuestra identidad se guarda en el hipocampo... si no se guarda esa información en el hipocampo no formará parte de nuestra imagen de nosotros mismos…  Y fue entonces cuando me pregunté: ¿y qué tipo de cosas se guardan en el hipocampo?


Toda vivencia que la cual yo tenga la impresión de que lo que ocurre es algo que me ocurre a mí, toda experiencia de vida que sea significativa para mí, todas las veces que siento que lo que está pasando es importante para saber quién soy y todas las ocasiones en las que los que vivo marca un antes y un después llegarán a formar parte de la gran biblioteca del hipocampo.


Y ocurre que ya sabemos (también desde la ciencia) que cuando escuchamos un cuento, una historia, una película, una serie, y llegamos a identificarnos con el protagonista, todo el tiempo que dura esa experiencia el cerebro apenas puede distinguir entre nuestra identidad y la del héroe de la narración. Así que cuando escuchamos un cuentos SOMOS el protagonista, aunque sea por unos minutos.


Y la conclusión es directa. Si cuando escuchamos un cuento somos ese cuento y nos identificamos con el protagonista, el cuento directamente se registrará en el hipocampo. Lo que le ocurre al niño o al príncipe del cuento nos está ocurriendo a nosotros. Somos el príncipe. Y por lo tanto también la resolución del conflicto del cuento también será nuestra.

Asi que ahora me atrevo a decir, con más soporte científico, que los cuentos ayudan a crecer. Pues un cuento regala nuevas formas de ser a nuestro hipocampo. Los cuentos los guarda nuestro caballito de mar en una gran biblioteca, ahí, dentro, muy dentro de nuestro cerebro. Junto a las cosas importantes, en el pasillo del SER, en la estantería de YO, junto a los autores que resuelven los grandes problemas de la vida.

lunes, 6 de junio de 2016

SOLO HACE FALTA QUE YO LO COMPRENDA



Hace unos días estuve discutiendo con Mª Ángeles.
No fue una discusión de esas donde nuestros egos quieren llevar razón sobre todas las cosas, no. Fue una de esas veces donde los discursos no se enfrentan, sino que van de la mano. Esas pocas veces en las que lo que mueve es un mismo objetivo; que discutimos para encontrar una respuesta.


¿Qué cúal es la pregunta que nos hacíamos? Pues una des esas que, evidentemente, no tienen fácil respuesta. Queríamos saber    “¿Cuando un cuento funciona?”.


cuando un cuento funciona...
Tantas veces contamos cuentos a tantos públicos diferentes que ésta pregunta revolotea siempre cerca. Y otras tantas veces buscamos respuestas, por ejemplo, en la edad: ¿y si dividimos los cuentos por edades adecuadas? Tal vez así sepamos los cuentos que funcionan bien en cada tramos de edad. Ésta, en sí, parece una buena idea, pero la realidad que nos encontramos que las clasificaciones por edades son tramposas y liantes.
¿y si los elegimos por temática? ¿o los seleccionamos por el tipo de narrativa? ¿y qué tal si los cuentos funcionan según sea el grupo donde se cuentan? ¿o será cosa de los soportes: de las imágenes, de los vídeos o las voces de los narradores? ¿cuando un cuento funciona?


Así fue como, en medio de estas preguntas, surgió una respuesta, de esas que llama la atención, que para el hilo del discurso, que acaba con la discusión. Mª Ángeles dijo:
“Un cuento funciona cuando yo lo comprendo!


Y así fue como lo escuché por primera vez. Y desde que escuche esta frase le voy dando más y más verdad. Pues, como suele pasar en otras ocasiones, cuando uno mismo es capaz de llegar a comprender todo funciona. Entender un cuento es escucharlo y quedarnos en lo obvio. Comprender un cuento es vivenciarlo con nuestro instinto, emocionarnos con los protagonistas y llevarlo a la conciencia. Y así fue como comprendí la frase de Mª Ángeles.

Cuando uno comprender un cuento llega  a la conciencia y se vuelve lúcido para nosotros y  es en ese momento en el que el cuento funciona.