domingo, 19 de junio de 2016













¡QUÉ LE CORTEN LA CABEZA!

A todos los niños que conozco les gusta cortar cabezas.

Vale, vale, ya se que se están asustando de lo que digo. Que nada más empezar ya he dicho un disparate. Pero concedan unos segundos...
¿De verdad no han visto a un niño jugando con los muñecos decir: "ríndete o te corto la cabeza..." o "Y como no quería hacerlo le cortaron la cabeza..." ?

Para un niño es bastante habitual imaginar cortarle la cabeza a alguien. Y evidentemente no lo hacen desde su pensamiento racional, lógico y real. Lo recrean en su pensamiento mágico simbólico.

¿Qué significa, entonces, cortarle la cabeza a alguien?

Cuando la Reina Roja en Alicia en el país de las maravillas encontraba a alguien que le hacía la contra, o se atrevía a desobedecerle, le mandaba cortar la cabeza.
Cuando Barba Azul le cortaba la cabeza a las mujeres lo hacía cuando desobedecían sus ordenes.
Cuando las Ménades le cortan la cabeza a Orfeo porque se niega a tocar lo que le piden.
Cuando Hércules le corta cabezas a la Hidra. Cuando queremos decapitar un mal...

Parece esclarecerse que todo esto tiene que ver con un conflicto de intereses y que, el que gana, le corta la cabeza al otro. La cosa parece que es tener razón. La razón reside en la cabeza y si te corto la cabeza yo tendré razón. Descabezamos a los que nos niegan lo que necesitamos.

Y es más. Hay veces que nuestros propios padres nos niegan, nos anulan. No nos dejan ser nosotros mismos. A través de sus expectativas, de los deseos de vivir a través de nosotros, de su inconsciente impulso de moldearnos a su semejanza o ideal, nos bloquean, nos hacen invisibles, nos quitan las posibilidades, no nos dejar SER.

Y que liberador es imaginar por un momento cortar la cabeza a esos padres castradores.

No apoyo llevar a la realidad lo simbólico, como los antiguos Jíbaros de la selva peruana les cortaban las cabezas a sus enemigos para reducirlas después.
Si digo que en el mundo de fantasía, de la magia, cortar la cabeza a nuestros enemigos es liberador.

Hay una parte de nosotros, racional, que teme que nuestros instintos, nuestro cuerpo simbólíco, tome las riendas y termine haciendo realidad sus fantasías.

Pues yo digo que menos mal que tenemos las historias de fantasia donde podemos cortar cabezas. ¡Y qué sano que es! Así no tendremos que ir cortando cabezas por ahí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario