miércoles, 13 de julio de 2016




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Una vez más...

Del valor de la repetición

Otra vez! Otra vez!. Más, más!
Esto es lo que suelo escuchar cuando un cuento es bien acogido, cuando una historia tiene algo más que decir al niño que la escucha.
!Otra vez el mismo! ¡pero es que no se cansa!
Esto es lo que suelo escuchar en los padres que, con más o menos paciencia, atienden las peticiones de sus hijos o alumnos que eligen las mismas historias.
Como el pedaleo sobre una bici, como el entrenamiento de un deporte, como aprender a leer o escribir necesita de la repetición, así los cuentos necesitan de ser contados varias veces, incluso cientos de veces!

Un cuento es como un vino en barrica; va madurando, adquiriendo matices, cogiendo cuerpo, transformandose lentamente y con el paso del tiempo.

Un niño escucha el mismo cuento tantas veces como necesita, mientras continue saboreando la historia, mientras siga sacándole el jugo a las situaciones y a las acciones de los personajes, hasta que llega un momento en el que se siente saciado, tras innumerables veces.  y diré más, se sacia de un cuento durante un tiempo, el tiempo que dura la etapa evolutiva en la que se encuentra. Y superada la etapa puede volver a necesitar de esa historia, de volver a escuchar ese mismo cuento, pero con ojos renovados, con nuevas estructuras de pensamiento adquiridas, con nuevas habilidades sociales y nuevas posibilidades.
El cuento de caperucita roja, por ejemplo, nos llena en etapas tempranas de nuestro desarrollo, avisandonos de peligros si nos despistamos en el bosque. Nos llena en épocas cercanas a los 7 años, cuando nuestro intelecto formulas los primeros razonamientos abstractos, planteandonos situaciones de atajos y engaños. Y nos llena en la adolescencia, planteandonos escenas de cama y seducción, de falsas promesas y indefensiones en el bosque.


Solo resta decir:
- No dejes de contar un cuento, mientras te lo pidan.

- Y tranquilo... con el tiempo te pedirá otro diferente.

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