miércoles, 12 de julio de 2017

CUENTOS DE ROBOT

LA SINGULARIDAD TECNOLÓGICA LLEGARÁ CUANDO LOS ROBOTS CUENTEN CUENTOS

"La voz crea realidad". 

Esta frase que, como poco, nos lleva a discusión, cada vez es más cierta. 
Si, sé que es muy atrevido decir esto. Yo lo creo.

La primera vez que escuche esta frase venía a explicar la palabra de Dios como creadora del universo. Y la he vuelto a escuchar en prácticamente todas las cosmogonías que conozco. Para explicar el origen del universo el ser humano tiene en su haber un surtido cosmogónico de dioses creadores de mundos a través de su voz, de la música o de otras vibraciones sonoras. 

Esto me recuerda a lo que he oído sobre la mecánica cuántica. ¿El universo está formado por partículas o por ondas? ¿O por las dos a la vez? ¡Estas teorías son fascinantes! Qué gran poesía encierra el explicar el universo sin encontrar grandes diferencias entre vibraciones y masa, entre ondas y partículas, entre lo que toco, oigo o veo...
Bueno, vuelto al tema, que se me va la onda.

Este es el punto en el que convergen ciencia y mito. La voz de los dioses crea el mundo. La vibración de las ondas crea el universo. Es tan tentador unir estas leyes de la creación en una sola... He visto en las redes artículos que hablan de la "ley de la atracción" o la "Ley de la vibración" que hablan en este sentido, llevando esta idea incluso a la neuropsicología. Yo lo creo.

Y voy a llevar la idea hasta la singularidad tecnológica. 

¿Qué es esto de la "singularidad tecnológica"? Parece que hay consenso científico en aceptar la idea de que llegará un momento (que algunos lo señalan sobre el 2030) en el que la tecnología llegará a tal avance, que las máquinas podrán diseñar y mejorar sus propias actualizaciones, de forma que el avance en inteligencia artificial será tal, que superarán la inteligencia humana y podrán llegar a tener las máquinas conciencia de sí mismas. Yo lo creo.

Pues bien. El principal problema que existe a la hora de diseñar una inteligencia artificial está en el momento en el que se intenta enseñar a los robots el lenguaje. 
Actualmente las simulaciones de lenguaje que existen, tipo SIRI. son un conjunto de diccionarios, algoritmos y reglas básicas de semántica, ortografía, gramática... 
Pero según mi opinión falta añadir una disciplina más. Los cuentos. 
Cuando los robots sepan de cuentos y de narrativa podrán crear lenguaje.
La singularidad tecnológica estará más cerca cuando se desarrolle el estudio de la inteligencia simbólica, cuando los robots puedan entender la simbologia, cuando sepan descifrar el contenido semántico de un símbolo, podrán entender más allá del lenguaje lineal, de la literalidad de la las palabras; para llegar a una comprensión gestáltica de la frase.

Todos hemos creado nuestra realidad y nuestra identidad a través de la palabra y de los símbolos. Al igual que los distintos dioses crearon el mundo a través de la voz, de su propia palabra o canción, los distintos seres humanos hemos ido creando nuestro propio mundo con nuestra voz y con la de los demás.
Y esa voz es un cuento. Es una representación de lo vivido en un símbolo, es una imagen, un arquetipo, de la realidad que experimentamos.

¿Podrán los robots llegar a sentir?
Películas como IA, Ex Machina, Trascendence o EVA, llevan estas preguntas a la gran pantalla. Tenemos un test preparado incluso para cuando llegue el momento, para estar seguros de si las máquinas se parecen a los humanos: el test de Turing.

Yo creo que el robot pasará el test de Turing cuando aprenda a analizar cuentos, a entender la simbología de los arquetipos, cuando sea capaz de crear sus propios cuentos.

Hasta entonces sigamos sintiendo el orgullo de ser la única especie consciente del universo.

Resultado de imagen de ex machin
P.D.: Estaría muy bien ir pensando en añadir a las aulas un par de asignaturas troncales más: robótica y gramática de la fantasía. Yo lo creo.



lunes, 12 de septiembre de 2016

A REBUFO DE MI MISMO

Resultado de imagen de circulos concentricosDicen que cada 7 años el hombre da un cambio significativo. Un cambio a nivel corporal, emocional y mental. Un revolución del ser que es evidente a los 7 años (cuando somos niños) y a los 14 (cuando somos pavos adolescentes). Pero que a partir de aquí no se hace tan notable. Quien recuerda la revolución de los 21? Imagino que muchos. Quién recuerda la de los 28? Ya somos menos... Recuerdan la de los 35? La de los 42? ...

Rudolf Steiner hace más de cien años hablaba de estas etapa, y las organizaba en bloques de 7 años. En mi vida, la matemática de los 7 años, no cuadra. Pero no creo que eso me haga ser más extraño como humano. Los ciclos cada uno los vive a su ritmo; en esto estoy seguro. Pero lo realmente importante es que los ciclos no acaban con la adolescencia. Aún hay más!
Claro que la adolescencia es el momento más extraño, duro, emocionante y loco de todos. Y los que sobreviven a ella parece que ya son, que ya terminaron su transmutación, que son personas por fin. Que, gracias a Dios, todo ha terminado.
Y un cuerno! Los ciclos siguen, siguen y siguen. Y lo peor es cuando no te das ni cuenta. Cuando ya crees que eres una cosa, y que lo que has construido en tu vida te sirve, pero te das cuenta de que has vuelto a cambiar y no eres igual. Que, por mucho que te gustaría, que insistas, la vida que llevas no te sirve. Esa sensación de ir a rebufo de uno mismo. Que mi ser va creciendo y cambiando y a veces la imagen que tengo de mi  mismidad no ha cambiado en más de 7 años! ... y estoy anticuado de mi mismo.

Como los 3 cerditos que van construyendo sus hogares en cada etapa de una manera y lo que le servía al pequeño no le sirve al mediano. Y lo del mediano no le sirve al grande. Así me descubro ahora, viendo imágenes nuevas en el espejo, viéndome diferente. Como una pequeña Ricitos de oro que se adentra en bosques nuevos y descubre hogares nuevos y se atreve a entrar, probando las sillas, probando las nuevas formas de estar en el mundo, probando a estar en un sitio y otro... y otro. La inconformable Ricitos se empeña en buscar nuevos asientos en la vida, nuevos tronos. Pero la persigue la inocencia infantil y tiende a sentarse otra vez en el sitio de la silla pequeña. Date cuenta!! Ya no te sirve!, Puedes intentar encajar tu gran culo en esa mini silla, pero solo conseguirás destrozarla. Has vuelto a crecer Ricitos. Han pasado 7 años. No es hora de dormir, es hora de buscar un nuevo hogar.

Podemos notarlo en que las cosas que nos entretenían, ya no nos gustan. Las actividades que organizábamos ya no nos apasionan. Aquello que creíamos que nunca nos cansaría, nos lleva al tedio.
Ojalá no perdamos de vista los cambios. Ojalá estemos atentos a nosotros mismos y lo que realmente necesitamos en cada una de las etapas de nuestras vidas. Atrevernos a salir de la zona de confort, del mundo conocido y nos adentremos en el bosque con la maleta liviana, preparados para la nueva etapa, para el nuevo ciclo.

Hay que ver... ¡Con el gusto que le tenía cojido a esta forma de ser y ya estamos cambiando otra vez!





miércoles, 13 de julio de 2016




!

Una vez más...

Del valor de la repetición

Otra vez! Otra vez!. Más, más!
Esto es lo que suelo escuchar cuando un cuento es bien acogido, cuando una historia tiene algo más que decir al niño que la escucha.
!Otra vez el mismo! ¡pero es que no se cansa!
Esto es lo que suelo escuchar en los padres que, con más o menos paciencia, atienden las peticiones de sus hijos o alumnos que eligen las mismas historias.
Como el pedaleo sobre una bici, como el entrenamiento de un deporte, como aprender a leer o escribir necesita de la repetición, así los cuentos necesitan de ser contados varias veces, incluso cientos de veces!

Un cuento es como un vino en barrica; va madurando, adquiriendo matices, cogiendo cuerpo, transformandose lentamente y con el paso del tiempo.

Un niño escucha el mismo cuento tantas veces como necesita, mientras continue saboreando la historia, mientras siga sacándole el jugo a las situaciones y a las acciones de los personajes, hasta que llega un momento en el que se siente saciado, tras innumerables veces.  y diré más, se sacia de un cuento durante un tiempo, el tiempo que dura la etapa evolutiva en la que se encuentra. Y superada la etapa puede volver a necesitar de esa historia, de volver a escuchar ese mismo cuento, pero con ojos renovados, con nuevas estructuras de pensamiento adquiridas, con nuevas habilidades sociales y nuevas posibilidades.
El cuento de caperucita roja, por ejemplo, nos llena en etapas tempranas de nuestro desarrollo, avisandonos de peligros si nos despistamos en el bosque. Nos llena en épocas cercanas a los 7 años, cuando nuestro intelecto formulas los primeros razonamientos abstractos, planteandonos situaciones de atajos y engaños. Y nos llena en la adolescencia, planteandonos escenas de cama y seducción, de falsas promesas y indefensiones en el bosque.


Solo resta decir:
- No dejes de contar un cuento, mientras te lo pidan.

- Y tranquilo... con el tiempo te pedirá otro diferente.

viernes, 1 de julio de 2016



JUSTICIA RETRIBUTIVA ANTES DE DORMIR

Yo puedo con el lobo
Cuando hablo con madres y padres decididos a educar lo mejor posible a sus hijos y preparándose, informándose, cuestionándose, leyendo e indagando sobre esta noble tarea de educar, suele aparecer de forma recurrente la siguiente cuestión:


“¿Qué hacemos con el lobo, lo matamos o lo dejamos libre?”


Esta pregunta posiblemente en otras épocas sería inimaginable. Hoy se da este conflicto por un aparente enfrentamiento de intereses:
- Por un lado está el educar a los niños en valores de respeto ecológico, donde todas las especies tienen su valor e importancia; incluido el lobo, animal perseguido y maltratado desde hace siglos y que además empieza a ser difícil de ver en los bosques por lo mermado que está su habitat. Animal carnivoro que lo único que quiere es comer para sobrevivir.
- Por otro lado está el educar a los niños en valores de justicia universal, donde todos los malos reciben su castigo. Los malos al final pagan sus crímenes.


Estas dos ideas se mezclan y enturbian dando lugar a más preguntas como:
- Si el lobo se comió a los cabritillos, pero luego su madre los rescató. ¿ha cometido el delito? ¿se le puede perdonar? ¿Es bueno enseñarles a perdonar? ¿Podemos llegar a entender los motivos del lobo, que al fin y al cabo es animal e instintivo? ¿Podemos castigarlo un poco, pero no matar al lobo? ¿No podría ser otro animal, de vez en cuando, para aliviar el estigma del pobre animal?.... etcétera.


Como es frecuente, esta situación es fruto de un espejismo intelectual y por intentar explicar el mundo simbólico con lenguaje lógico. En primer lugar, el lobo no es el lobo. El lobo es un símbolo, no sólo un animal. Cuando un niño escucha “cuentos del lobo” no está preparando se para protegerse del animal lobo( que también), sino que se está preparando para afrontar un problema, una situación de peligro indeterminada representada por el lobo feroz. Cuando un problema nos supera nos sentimos devorados, anulados, en un lugar oscuro y cerrado como boca de lobo. Cuando los problemas se presentan a la puerta de casa, de nuestro santuario de seguridad, cuando el lobo llama a la puerta, no solemos estar preparados y muchas veces se puede hasta derribar nuestra casa.


Por esto, cuando matamos al lobo, no matamos a un animal en peligro de extinción, matamos un problemas, acabamos con un peligro, derrotamos un mal feroz.


Y cuando estamos en la cama, a poco tiempo de irnos a dormir, lo que más necesitamos es seguridad y serenidad para entregarnos al descanso reparador e integrador de experiencias. Es dificil lograrlo cuando anda un lobo suelto en nuestra mente.


En cambio, es fácil imaginar la fuerza que da a un niño sentir que un cerdito puede derrotar a un lobo tan feroz que puede llegar a destruir su casa, que tiene hermanos cerditos que le ayudan en esto y que el lobo sale achicharrado para no volver nunca más.


Hay un principio a tener en cuenta; el principio de la justicia retributiva, por el que según la cantidad y gravedad del daño que se ha provocado así será el castigo que merece. Por este principio al lobo se le debe salir castigado en el cuento según sus fechorias:
- Cuando el lobo devora a un niño o cabritillo, cuando un gigante o bruja mata o convierte en piedra, debe ser castigado con la muerte. No hay medias tintas en el mundo simbólico. Un mal de este calibre no puede ser liberado, no puede ser tolerado. Debe acabarse definitivamente, terminarse para siempre; y acabar con un mal es matar a ese mal.
- Cuando el lobo o monstruo destruye la casa o el palacio, debe de ser castigado con algo similar símbólicamente. La casa o palacio viene a simbolizar la seguridad, la confortabilidad, nuestro propio ser como nuestra segunda piel. Los castigos en este caso suelen darse directamente a la piel del malechor: o quemado en la chimenea, o arrancarle la piel a tiras, o quemado en aceite hirviente.
- A veces el la propia astucia la que consigue que el mismo mal que estaba haciendo se le vuelva en su contra, como en “La niña del zurrón”
- Otras


Cuando contamos cuentos debemos recordar que debemos preparar al niño con una buena dosis de optimismo para enfrentarse a los problemas que les pondrá la vida con la esperanza de que todo tiene solución y que todo mal tiene su castigo, especialmente antes de irse a dormir. Que bien se duerme uno cuando lo último que piensa es:

YO PUEDO CON EL LOBO

martes, 21 de junio de 2016

LA PELOTERA INTRAGABLE


Me amontono. 
Termino por pensar que todo va mal. 
Esto, de verdad, que se me ha complicado. 
Que ya no es solo una cosa, es que es todo. De verdad que ya no puedo...

¿Os suenan estas frases?
¿Alguna vez las habéis pronunciado? ¡Y quien no!
La tensión de una frustración no es nada comparada con la de muchas frustraciones. Y es que cuando se trata de fracasos la ley que parece regirlos es más parecida a la progresión matemática que a la suma.
No es solo un mal momento, un mal resultado, que se suma a otro, y luego a otro.
Es que cada mal trago tiene la virtud de ampliar la angustia del primero. Y el tercero suma más tensión en los anteriores. Y el cuarto consigue que todos los anteriores aumenten hasta ... qué sé yo.

Una buena amiga decía que la vida se le hacía a veces bola. Como cuando de chicos no podíamos tragar la comida y se iba acumulando en la boca. Y la pelotera es cada vez más grande... intragable

Cuando en los cuentos maravillosos nos encontramos con una escena de este estilo, del estilo "pelotera intragable" suele aparece como una tarea imposible, como un trabajo hercúleo.
Y lo más curioso es que no conozco un cuento que el protagonista consiga realizar estos trabajos él solo. Siempre recibe ayuda. Una anciana, una princesa maga, un artilugio fantástico es quien le podrá sacar del atolladero.

¿Y que hace el protagonista mientras le ayudan?
Pues normalmente descansa, mira y se deja hacer.
¡Qué fácil!
¿Sólo eso?

La vida no es complicada. Cuando la vida nos "regala" una pelotera intragable, párate. Respira. Escúpela fuera. Háblalo. Cuéntalo. Tal vez así puedas verlo desde otro lado. Ver las distintas bolas que la forman. ¿Cuáles son las que se hacen desde las decisiones de los demás? ¿Cuál la genera tu exigencia? ¿Cuál se forma por el paso del tiempo y las prisas? ¿Cual es real y cual no?...
(tengo una amiga que en estos momentos le encanta hacer listas! :)

Y tal vez así podamos deshacer unos cuantos nudos y la pelotera llegue a ser un simple lío, de esos que cogiéndolos por una punta se deslían, y así pasar, en poco tiempo, al baúl de los recuerdos.



PD: Hay un cuento ilustrado que nos muestra gráficamente estos líos en el caso de los cabreos en los que nos enredamos con los demás. Se llama, "Un poco de mal humor", de Isabelle Carrier editado por Juventud.

domingo, 19 de junio de 2016













¡QUÉ LE CORTEN LA CABEZA!

A todos los niños que conozco les gusta cortar cabezas.

Vale, vale, ya se que se están asustando de lo que digo. Que nada más empezar ya he dicho un disparate. Pero concedan unos segundos...
¿De verdad no han visto a un niño jugando con los muñecos decir: "ríndete o te corto la cabeza..." o "Y como no quería hacerlo le cortaron la cabeza..." ?

Para un niño es bastante habitual imaginar cortarle la cabeza a alguien. Y evidentemente no lo hacen desde su pensamiento racional, lógico y real. Lo recrean en su pensamiento mágico simbólico.

¿Qué significa, entonces, cortarle la cabeza a alguien?

Cuando la Reina Roja en Alicia en el país de las maravillas encontraba a alguien que le hacía la contra, o se atrevía a desobedecerle, le mandaba cortar la cabeza.
Cuando Barba Azul le cortaba la cabeza a las mujeres lo hacía cuando desobedecían sus ordenes.
Cuando las Ménades le cortan la cabeza a Orfeo porque se niega a tocar lo que le piden.
Cuando Hércules le corta cabezas a la Hidra. Cuando queremos decapitar un mal...

Parece esclarecerse que todo esto tiene que ver con un conflicto de intereses y que, el que gana, le corta la cabeza al otro. La cosa parece que es tener razón. La razón reside en la cabeza y si te corto la cabeza yo tendré razón. Descabezamos a los que nos niegan lo que necesitamos.

Y es más. Hay veces que nuestros propios padres nos niegan, nos anulan. No nos dejan ser nosotros mismos. A través de sus expectativas, de los deseos de vivir a través de nosotros, de su inconsciente impulso de moldearnos a su semejanza o ideal, nos bloquean, nos hacen invisibles, nos quitan las posibilidades, no nos dejar SER.

Y que liberador es imaginar por un momento cortar la cabeza a esos padres castradores.

No apoyo llevar a la realidad lo simbólico, como los antiguos Jíbaros de la selva peruana les cortaban las cabezas a sus enemigos para reducirlas después.
Si digo que en el mundo de fantasía, de la magia, cortar la cabeza a nuestros enemigos es liberador.

Hay una parte de nosotros, racional, que teme que nuestros instintos, nuestro cuerpo simbólíco, tome las riendas y termine haciendo realidad sus fantasías.

Pues yo digo que menos mal que tenemos las historias de fantasia donde podemos cortar cabezas. ¡Y qué sano que es! Así no tendremos que ir cortando cabezas por ahí.


domingo, 12 de junio de 2016



LA RESIMBOLIZACIÓN RECURRENTE

Recuerdan esos momentos en los que, compartiendo con un grupo de amigos una buena sesión de verano, contando chistes a la fresca, ocurre que un chiste (a saber porqué) hace gracia. Y una vez que ha hecho gracia un chiste vuelve una y otra vez a la conversación. De diferentes formas, con pequeñas variaciones. Y cada vez hace más gracia. ¡Qué cosas!


Para mí este fenómeno narrativo tiene mucho que ver con la IS (Inteligencia Simbólica). Un fenómeno por el que un símbolo se nutre de nuevos significados que surgen en la propia conversación de manera recurrente, a la fresca. De forma que cuando uno del grupo vuelve a contar una parte del chiste, o nombra al personaje del chiste, todo el grupo relaciona esta palabra con toda la vivencia y la risa que nos pegamos. Una parte genera el todo.

Por ejemplo, si contamos un chiste de Jaimito, puede ser que nos recuerde a algo que le pasó a una zagala del grupo y durante toda la noche pase a llamarse "Jaimita". Y hay que ver las risas que nos gastamos a su cuenta.


En terapia muchas veces he visto como ha pasado este fenómeno. Cómo hemos estado hablando el paciente y yo sobre un tema importante de su vida, incluso durante varias sesiones y entonces aparece un cuento. Le cuento un cuento que viene a cuento (perdonad la perogrullada). Y ocurre que desde entonces podemos nombrar toda la escena importante de su vida con un personaje o símbolo del cuento. Le hemos dado un nuevo significado al símbolo del cuento y además ahora podemos valernos del símbolo de cuento para nombrar algo tan significativo de nuestra vida.

Y ahora viene lo que me parece más importante: además de poder nombrar de una forma concreta y directa a toda una vivencia podemos además asociarla a la solución que propone el cuento. Si el cuento que hemos contado además tiene una resolución eucatastrófica, una buena solución, un final felíz, el paciente conscientemente (y también inconcientemente) va a relacionar este final a su propia vida. Con esta resimbolización de parte del cuento estamos añadiendo también la forma de resolver el conflicto que propone el cuento.

Me parece ocurrente llamar a éste fenómono Resimbolización Recurrente. Otra de las formas que el cuento tiene de ayudarnos en la terapia. Otra forma de sanar con los cuentos. Y de pasarlo genial con los amigos, a la fresca.